Cada 18 de diciembre, el Día Internacional del Migrante nos invita a reflexionar sobre las millones de personas que, por diversas razones, dejan su hogar en busca de nuevas oportunidades. Desde el Instituto de Seguridad Laboral (ISL), destacamos la importancia de garantizar condiciones laborales dignas y seguras para todas las personas migrantes, quienes a menudo enfrentan vulnerabilidades, especialmente en el ámbito del trabajo.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima que existen 169 millones de trabajadores migrantes en el mundo. En Chile, el Servicio Nacional de Migraciones señala que la población extranjera alcanza 1.624.074 personas, quienes contribuyen significativamente al desarrollo del país, pero a menudo enfrentan precariedad laboral y riesgos invisibilizados: jornadas extensas, bajos salarios, falta de acceso a salud y limitada protección social.
En 2022, el Servicio Nacional de Capacitación y Empleo (SENCE) registró a 973.450 migrantes trabajando en Chile, siendo el 55% hombres y el 45% mujeres, principalmente de nacionalidad venezolana. Según nuestros datos como Organismo Administrador de la Ley N° 16.744, las denuncias de la población migrante han aumentado en los últimos años: 2.529 en 2021 (20% del total), 2.323 en 2023 (18%) y 2.295 en 2020 (18%).
El fenómeno migratorio plantea desafíos adicionales para quienes trabajan en situación irregular o sin redes de apoyo, pues son más propensos a sufrir accidentes laborales, enfermedades ocupacionales y explotación. Por ello, el ISL enfatiza la necesidad de políticas que promuevan la inclusión y protección laboral, independientemente del estatus migratorio.
La precarización laboral afecta desproporcionadamente a la población migrante, impactando su bienestar físico y mental, así como a sus familias. La seguridad laboral no es solo un cumplimiento normativo, sino un tema de dignidad humana. Trabajar por un entorno laboral seguro y respetuoso para todas las personas, sin distinción de origen, es fundamental para una convivencia justa.
Históricamente, las migraciones han sido clave en el desarrollo cultural y económico de las sociedades. Han permitido el intercambio de conocimientos y la expansión de mercados, pero para que estos beneficios sean sostenibles, debemos garantizar el respeto y la protección de los derechos laborales. La historia nos enseña que la seguridad y el bienestar de las trabajadoras y los trabajadores fomentan una sociedad más inclusiva y equitativa.
Reconocer que la migración laboral es un componente esencial de nuestras economías y sociedades implica valorar el esfuerzo de cada persona y asegurar un entorno de trabajo libre de riesgos y abusos. Solo así construiremos una sociedad verdaderamente justa y segura para todas y todos.